jueves, 22 de marzo de 2012

Los efímeros

Se sabe que el hombre es un animallillo endeble, efímero, perecedero, acongojado, pertinazmante empeñado en negar la insignificante condición que lo agobia. No es posible negar esa condición. Los más tontos creen que algún Dios hacedor de todo bien y salvador de todo mal a última hora les tirara el salvavidas. Los menos taimados afirman que en el alma inmortal radican el genio y la sabiduría que con perseverancia esperan alcanzar. Los estúpidos apuestan por el aturdimiento que proporcionan molicie, gula o lascivia en el afan de negar lo que perciben y no soportan. Los voluntariosos persiguen el poder sin más y anhelan la gloria que al final esperan los redima. Reconfortados unos y otros alcanzan momentáneo olvido. Pero todo eso no sino un ejercicio torpe. Bien y mal, genio y sabiduría, gula y lascivia, honor y gloria, son cascajo arrojado a ajena playa que indiferente los transforma en indistingible arena.
Hay demasiados hombrecillos desasosegados.


No hay comentarios:

Publicar un comentario