La democracia se sustenta en la creencia en que la razón, es decir, la capacidad de distinguir lo verdadero de lo falso y lo injusto de lo injusto es un patrimonio que compartimos todos los hombres sin distinción alguna. Por eso, en las asambleas públicas en que se deciden las acciones a partir de lo que se estima posible, probable, verdadero y justo, cada hombre tiene un voto, y es justo o verdadero lo que la mayoría estima justo o verdadero. [Protágoras o Tocqueville]. La democracia representativa se justifica ante la imposibilidad de los hombres de reunirse todos ellos en asamblea pública y decidir con el voto de cada uno de ellos que es lo verdadero o justo, posible o probable. La creencia aristocrática sustenta la creencia incompatible con la anterior según la cual la capacidad de distinguir lo verdadero de lo falso y lo justo de lo injusto, probable o posible está reservada a unos pocos hombres naturalmente mejor dotados que los otros y/o rigurosamente instruidos e educados. Las decisiones que comprometen los destinos de la colectividad competen a aquellos pocos hombres suficientemente capacitados para ejercer el liderazgo, dirigir, orientar y decidir las acciones trascendentes. [Platón]. La creencia meritocrática o burocrática de alimenta de ambas fuentes. Asume que siendo común a los hombres la aptitud para distinguir lo verdadero de lo falso y lo justo de lo injusto, la capacidad de hacerlo satisfactoriamente sólo se alcanza gracias al aprendizaje y a la práctica. [Aristóteles]. El gobierno de los partidos [Weber]
Se sabe
La democracia conduce a la anarquía.
La aristocracia conduce a la oligarquía.
La meritocracia a la plutocracia.
Todas estas reflexiones tiene como referencia la manada humana y los modos de conducirla. La suposición es esa, pero...
No hay comentarios:
Publicar un comentario