Sin embargo no es posible saber si hay en efecto un orden o razón universal cuyo conocimiento, además, se encuentra al alcance del intelecto humano. Si hubiere un orden o razón que todo lo comprende nos encontraríamos adscritos a sus regulaciones en aquello que concierne a nuestra condición deleznable y efímera y en tal virtud a nuestro entendimiento estaría limitado o circunscrito al reconocimiento del orden propio de esas condiciones. Este es el punto de vista de Kant: Podemos ordenar rigurosamente los datos que nos proporciona la intuición sensible que nos permite una ubicación en el tiempo y el espacio; datos que señalan un orden sucesivo (el tiempo) y una dirección o sentido (el espacio) los cuales son suficientes para la edificación del sistema de la razón circunscrita al entendimiento de las relaciones de orden empírico, observable y condicionado pero insuficientes para la comprensión del ejercicio práctico en el discurrir de las relaciones humanas, que incluye además las determinaciones de la voluntad, (no de la voluntad sensiblemente condicionada), sino de la incondicionada, es decir de la voluntad libre; la libertad cuya fuente no se encuentra en la intuición sensible sino en la intuición inteligible, la intuición del orden puro, la del Sumo Bien al cual conduce el uso de la razón pura. Kant no dice que el Sumo Bien es el Demiurgo.
Dedicaremos este blog a la publicación de algunos textos tomados de los desordenados archivos del profesor Ceras Kalato. El profesor Ceras Kalato recusaba todo ejercicio literario, en el cual consumía su tiempo, porque, decía, esteriliza y niega la vida petrificándola e insufla vitalidad a la muerte porque vanamente atesora lo acabado. El profesor no está en este vano mundo.
miércoles, 4 de abril de 2012
Razon
El concepto que encierra el vocablo "razón" es similar al que encierra el vocablo "orden", la semejanza entre ambos vocablos es tanta que cabría asegurar que razón y orden son sinónimos. Tienen el mismo significado o mencionan la misma entidad. Si hay un orden universal al cual se ajusta el devenir de los procesos cósmicos como, por ejemplo, lo postulaba Heráclito, entonces hay una razón universal inmanente. Heráclito mismo aseguraba que para saber en qué consiste el orden o razón universal es necesario escuchar u observar a la naturaleza y adaptar el pensamiento y la conducta al orden a que ella se ajusta. Platón en el Timeo atribuye el orden a su autor: el Demiurgo. Los creacionistas lo atribuyen al Dios creador, los monoteístas al Dios único. Sea cual sea el caso, si hay un orden universal entonces la naturaleza está sometida a las leyes que fijan las regularidades de ese orden. Podremos llegar a conocer la razón que señala el orden universal observando aquellos procesos de la naturaleza a que accedemos. El examen de esas pocas relaciones ordenadas nos permitirá inferir el orden dentro del cual ellas se inscriben. Ese procedimiento suele denominarse "inducción" y a los procesos lógicos analíticos seguidos para determinar su grado de generalidad o universalidad de las conclusiones inferidas suele denominarse "deducción". Inducción y deducción conducirían al reconocimiento del orden o razón universal.
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